Esta noche se me ha encargado una tarea muy importante, y es la de presentar un libro de una editorial que se está estrenando, y se trata de un libro artesanal. Las ediciones de libros artesanales tienen una peculiaridad y es que son muy sorprendentes, pues cada libro es diferente al otro. Verbigracia, cada uno de nosotros se llevará, al finalizar esta jornada, un ejemplar de Paraíso de los Insomnes, que se adapté a nuestra personalidad y nuestro gusto. Comienzo esta presentación conversando sobre esto, porque la ilustradora Keyla Holmsquist ha hecho obras de arte maravillosas con ese don que sólo ella sabe utilizar a su modo, supo llenar el cartón de gráficos e imágenes que revelan ese paraíso al que Astrid nos adentra a través de las letras. Entonces, esta dualidad Keyla/Astrid, se fusionan hoy para regalarnos un paraíso donde reinan los insomnes que buscan y ansían una realidad nada extenuante para poder vivir en paz. Así que gracias Keyla por este presente lleno de amor.
Quiero confesar que este libro me ha
parecido una caja de Pandora que guarda, no tanto secretos, pero sí muchas
sorpresas. Aunque confieso que no me sorprende encontrarme con el distinguido
prólogo de nuestro amigo Juan, que ha sido nuestro confidente y mentor. Y sé
que esta noche le hubiese encantado acompañarnos en tan ardua misión de
presentar a Dirtsa Cartonera, porque recuerdo que hace tiempo, en una visita
que Astrid y yo le hicimos en su casa, por unos cuantos días, nos mostró uno de
sus libros editados por Eloísa Cartonera, lo cual, probablemente, se volvió una
semilla para la editorial que hoy se estrena y de la cual Astrid forma parte.
Ahora bien, El Paraíso de los
Insomnes nos pasea por diferentes escenarios donde la urbanidad es el epicentro
y encuentro para que la voz poética nos desgarre el alma, recordándonos tan
cruel realidad. Personajes envueltos en vicios: drogas, alcohol, prostitución, tráfico
de armas; quizás para olvidarse de su
existencia en un mundo que nunca los recuerda. Marcados por el dolor y la pena
de estar vivos, el hambre y la miseria son su pan diario, luchan entre la
dualidad vida-muerte. Muerte que representa la libertad deseada porque la voz
poética nos recuerda que cada uno de los
hombres son marionetas de este hado.
Debido a esto recorremos versos enmarcados
en los suburbios, en donde ángeles y demonios se debaten entre el cielo y el
infierno para negar la realidad que los envuelve, pero más cruel aún es
pasearnos por las palabras que nombran ciudades y países específicos en donde
la visión de la autora nos lleva a reflexionar sobre la condición humana.
Y los poemas no sólo cantan una
realidad sentida y dolida, sino que va a servir de voz para luchar y aterrizar
en un planeta donde la maldad pareciera justificar los medios para llegar a un
fin determinado.
Además, nos plantea que está en busca
de un ideal perdido, una ciudad soñada, libre de pecados, que se convierte en
ansiedad y necesidad. Por ello, todos se vuelven insomnes, a la espera de este
sueño, eterno o efímero a decisión de cada quien. Sin embargo, el insomnio no
deja que los ojos se cierren y este sueño se aleja, convirtiéndose en poemas
que concluyen negando la fe y la esperanza de seguir creyendo en un Dios que los escuche,
los mire y los salve.
Es por esto, que la voz poética nos
confiesa que la poesía es un oficio
urbano, una lágrima que quiebra la cerveza de nuestras manos. Es un oficio
que se desvive entre la oscuridad y las alcantarillas, para recordarnos que las
letras son y siempre serán dueñas de la urbanidad. Por ello, bienvenido sean
todos a este paraíso de los insomnes, que hoy se nos entregan, abiertamente y
sin secretos.
GLORIA DOLANDE
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